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  OOO. EXTRA

Entonces, mis queridos lectores, ustedes se preguntarán, ¿Qué ocurrió después?

¡Es muy entretenido de contar la verdad!

Durante el tiempo en que vivimos se nos otorga la posibilidad de vivir de una forma plena, logrando nuestras metas si somos capaces de proponernos a ello, buscando llegar al punto donde finalmente nos sentimos realizador, arreglando nuestros errores y dejando nuestra huella, hasta que finalmente llega el momento.

El momento más hermoso de nuestras vidas.

Para algunos podría ser el conocer a alguien especial, el arreglar un problema de hace años que punza su corazón como una molesta espina, quizás formar una relación, llegar a un acuerdo con alguien importante, sentirnos importantes, superar las adversidades, cumplir un objetivo, culminar un proyecto, el día en que viste esa película que tanto amaste, pasar de página, tu primer beso o cuando finalmente logras amarte a ti mismo.

En mi caso puede que hoy sea el momento más hermoso de mi vida.

—¡Okay! ¡No entren en pánico, tengo todo controlad-! ¡Puta madre me clavé la aguja!

Sí, definitivamente este es el momento.

—SeokJin-nim, usted es el único que está en pánico —responde uno d los trabajadores del lugar, se llama JaeBeom si no mal recuerdo, quien recién estaba entrando en la habitación, vestía un taje negro y cargaba una bandeja en sus mandos con algunos dulces para calmar la ansiedad del pelimorado cerca de mí.

Aunque se suponía que era para mí pero a veces las cosas no son como lo creemos.

Por otro lado yo me dedico a mirar de soslayo por encima de las páginas de mi libro como mi gran amigo de cabellos cual uva entra en alguna especie de crisis espontánea mientras busca desesperadamente una nueva aguja, un hilo para coser aquella rosa de tela que se había caído del a corona que debía estar sobre mi cabeza y de paso una vendita para su dedo índice.

—No te preocupes, HoSeokie, tengo todo resuelto —me asegura a lo que sonrió no tan convencido por el reflejo del espejo frente a ambos.

—Estoy consciente de ello, Hyung —él asiente frenéticamente ante mis palabras—, pero, ¿podrías dejar de estar tan nervioso? El que se está casando soy yo.

Ah, sí. Bienvenidos a mi boda.

Me encantaría decir que no estoy nervioso, no obstante sería demasiado engañosos de mi parte decir que estoy completamente tranquilo. Pero claro, si le decía eso a Kim Nervioso SeokJin, probablemente acabaría enterrando aquella aguja con hilo blanco en mi cabeza por accidente.

Jajá, no, gracias. No me arriesgaré.

—Estoy nervioso y emocionado, mis dos mejores amigos se van a casar —dice SeokJin mientras posaba una de sus manos en su pecho en un gesto de conmoción exagerada que me hizo reír—, luego  de cinco largos años… se van a casar.

—Oh, vaya, gracias por resaltar mi edad —bromeo, intentando detener el ritmo nervioso de mi corazón y mis piernas las cuales no dejan de temblar como gelatina luego de ser empujado por las manos de un curiosos infante.

Para este día ya tengo veinticinco años de edad y cinco de relación con YoonGi, a quien no he visto desde ayer cuando SeokJin y un muchacho se habían aparecido en nuestro apartamento en alguna clase de secuestro improvisado en el que se llevaron a mi novio con completa decisión además de unos cuantos de mis paquetes de golosinas.

Se llevaron mis gomitas, los hijos de su madre.

Pero continuando con YoonGi. Puede que él esté igual de nervioso que yo justo ahora, intentando reprimir algunas sonrisas que, hasta ahora, no había logrado esconder totalmente, dejando que mis piernas flaqueen y mis manos suden, entrando en una inmensa duda sobre los sentimientos del otro que será disipada en cuanto finalmente podamos vernos a los ojos frente al altar.

Ah, ser escritor hace que tus narrativas sean demasiado pensadas.

—A ver, necesito distraerme —afirma SeokJin en voz alta—. Seok ¿Qué tal fue la venta de tu último libro?

No puedo evitar sonreír mientras escondo el color carmín de mi rostro con el libro.

Si, la venta de mi último libro había sido un éxito, e, incluso se ha convertido en mi obra favorita; pero no por el tiempo record en el que las copias se han vendido, tampoco por la demanda luego de ello ni por la atención exagerada que recibí, sino porque ese libro fue el que use para pedirle matrimonio a Yoonie.

Porque sí, yo le pedí matrimonio a YoonGi.

Déjenme ilustrarles.

(♡)

Un pelirrojo bastante frustrado pasaba repetidas veces su mano sobre su rostro para eliminar el sueño que desbordaba de su sistema además de la molestia en su vista luego de permaneces durante horas intentando acabar un mísero capítulo de algo para no sentirse como un escritor frustrado que tiene millones de ideas y ni acaba ninguna. YoonGi no estaba en casa y él tenía un bloqueo creativo a medio capítulo final de la novela que debía acabar de redactar para el viernes.

HoSeok en la plenitud de sus veintitantos años ya era un gran escritor reconocido y algo conocido con cuatro novelas publicadas en físico, cientos de copias vendidas y con varias fotos de las ocasiones en las que fue a participar en las diferentes ferias del libro hechas anualmente por todo el mundo en compañía de su novio y fan número uno.

Para su edad ya se sentía realizado, es decir, tenía su propio departamento en el que vivía con YoonGi, su trabajo de escritor era sorprendentemente estable y el rubio que tenía como pareja era un poco conocido editor en el mismo editorial que publicaba sus libros.

Una relación estable, un trabajo cómodo y un bonito apartamento, tenía todo eso.

Ah, también una serpiente, su nombre era Aengdu.

Una no tan gran serpiente de un bonito color cereza que había logrado desmayar a YoonGi el día en el que el pelirrojo había llegado con ella en una pequeña pecera mientras decía que traía un nuevo integrante para la familia.

Pero eso podría ser historia para otro momento.

Los ojos del muchacho pesaban, amenazaban lentamente con cerrarse por completo y hacer que se quedara dormido sobre su laptop ¡Pero él no podía dormir aún! Necesitaba acabar al menos un párrafo más para poder irse a dormir con menos presión personal, sin embargo, su mente creativa no quería cooperar para dejarlo escribir las palabras que se presentaban como imágenes en su cabeza.

Sabía que seguía, pero no sabía cómo escribirlo.

Resignado se levantó de su escritorio, dirigiéndose lentamente hasta su cocina para poder beber una taza de café, pasó por un lado del no tan grande terrario en el que estaba si pequeña compañera animal, sin poder resistirse toco suavemente con la yema de sus dedos el vidrio para llamar la atención el animal que se removió ligeramente y así seguir su camino hasta la parte de la casa ya mencionada.

Cuando llegó al lugar busco las cosas necesarias para una mínimamente decente taza que estaría al tope de cafeína, no se esforzó mucho en su café instantáneo, tardó unos cuantos minutos en que saliera humeando del microondas. HoSeok inhaló el delicioso olor a café  se sintió un poco más relajado.

Cosas de adictos al café.

Estaba por regresarse a su zona de trabajo para seguir luchando contra su bloqueo creativo cuando una nota adhesiva de color amarillo destaco sobre la superficie del refrigerado. De inmediato y con curiosidad el pelirrojo dirigió su vista hasta la nota la cual despego y leyó detenidamente,

«No te desveles ¿sí? Eso no es sano. Tampoco te presiones, ya te llegará la inspiración así que no te preocupes por eso, ya verás que ese será el mejor final de todos.

Te amo mucho, mucho, YoonGinie

Y como si alguien tirara de ellas, sus comisuras se elevaron en una tierna sonrisa al leer aquello con la voz de su rubio favorito.

Lo primero que cruzo su mente al terminar su efímera lectura fue sobre lo feliz que era teniendo a alguien tan precioso tanto por fuera como por dentro como YoonGi a su lado, su sonrisa, sus cabellos, su forma de hablar y su tono de voz también; solo pensó en cuanto amaba a YoonGi y todo lo que podía hacer para demostrárselo y entonces la magia del escritor volvió.

Esa era la chispa que necesitaba.

En cuanto aquella brillante idea llegó a sí mismo, regreso a pasos apresurados a su estudio, sentándose en la silla e incluso haciendo que esta hiciera un amague de resistencia a su peso para así comenzar a escribir.

Ya tenía el cierre perfecto.

(♡)

Un lunes por la mañana ocurrieron los acontecimientos.

YoonGi estaba en la oficina en la que trabajaba junto a NamJoon, su compañero y superior en el área. Ambos revisaban minuciosamente cada uno de los borradores finales de los libros y artículos que se les había sido asignados mientras tomaban silenciosamente algo de café, en el caso del moreno, y un chocolate con leche en el caso del rubio quien se negaba a convertirse en uno de esos trabajadores infravalorados, controlados y adictos al café.

O sea, él era un trabajador infravalorado y controlado, pero no adicto al café.

—NamJoon —llamó YoonGi, recibiendo un sonido afirmativo de parte del azabache que revisaba los escritos igual que él— ¿Últimamente las correcciones son mínimas o es idea mía?

—Creí que te gustaría que tomaran en cuenta tu queja de «Arreglamos errores, no horrores» —respondió haciendo énfasis en su última palabra y logrando que el rubio soltara una baja risa avergonzada.

NamJoon sonrió contagiado, poco después terminó con el artículo que tenía entre sus manos y pasó al borrador de Purple, la última novela a publicar ese año del conocido pelirrojo que debía de estar en algún lado de la empresa arreglando detalles de la publicación del mismo o algo parecido, muy probable.

YoonGi levantó su mirada de los papeles que tenía en mano y frunció el ceño al ver a el moreno reír mientras leía lo que él sin siquiera esforzarse reconocía como los borradores de los últimos capítulos de la novela de su novio.

—Me parece una falta de respeto que tú leas los escritos de HoSeokie y hagas las correcciones en lugar de mí —afirmó el rubio con un puchero realmente infantil.

—Si las correcciones las hicieras tú, probablemente lo aprobarías todo sin siquiera revisar —afirmo NamJoon con seguridad.

—¡Yo soy muy objetivo o con mi trabajo!

El más alto asintió luego de rodar los ojos, supuestamente dándole la razón, aunque honestamente estaba mucho más concentrado en su lectura mientras que por el otro lado, y luego de intentar espiar un poco pero fallando rotundamente en cada intento, YoonGi continuó corrigiendo los artículos en sus manos.

El lugar permanecía en un cómodo silencio que hubiese sido aún más cómodo si tan solo YoonGi dejara de desconcentrarse por querer saber de qué tanto se reía el azabache.

¡Él era el lector número uno, tenía curiosidad!

—Hey, YoonGi-ssi, escucha esto… —NamJoon habló luego de un rato. El rubio instantáneamente arrojo sus papeles a cualquier lado y le prestó toda su atención al mayor quien miró el acto sorprendido y carraspeó antes de continuar—. «NamJoonie. Sé que está leyendo esto, así que le voy a pedir que deje de hacerlo y le pase esta cosa al amor de mi vida, si no quiere que le mera una patada en las costillas por chismoso, con todo respeto, claro» —habló el moreno en un intento de imitar la vez del escritor de tan poético párrafo, YoonGi rio—, Okay, yo aprecio mis costillas así que…

NamJoon le pasó los papeles a YoonGi, el rubio murmuro unas gracias para luego comenzar a leer con desbordante emoción lo que el pelirrojo se había tomado la molestia de escribir en el borrador final solo para él.

Dedicado a Min YoonGi.

Regularmente las dedicatorias están al inicio de los libros, son cortas, precisas y desde mi punto de vista pueden llegar a ser repetitivas cuando la oración inicia de la misma manera una y otra vez como un formato de censo a rellenar. Como sabrás no me agrada ser parte de la mayoría, me gusta hacer cosas que los demás aun no, y como esta dedicatoria es más que solo eso pensé que también debía ser original.

Yoonie, quiero dedicarte este libro entero, cada frase romántica y expresión de amor que pueda llegar a haber entre estas páginas, no solo por ser tú, mi amado, sino porque mientras escribía cada oración nueva, cada palabra que en algún momento tú me habrías dicho o cada que me desvelaba por este largo y viejo libro, me di cuenta de algo; eres lo que me hizo terminar Purple, de mejorarlo y rehacerlo casi por completo.

Eres la razón de todo esto, de cada uno de mis escritos, de los trazos que me dan vergüenza mostrar pero que igualmente guardas en el cajón de la mesa de noche junto a la cama para leerlo por tu cuenta cuando no veo, de las ideas acabadas, las que están por acabar y las que aún no cruzan mi mente pero que gracias a ti podrían convertirse en mis mejores obras.

Min YoonGi, eres la razón de que amo tanto este libro, sobre todo porque gracias a él me confirme a mí mismo que quiero que seas la razón de permanente del porqué tanto escribí para los dos.

Dios, incluso cuando escribía este final, cuando llegue a este cierre que realmente no es un fin sino un avance hasta el siguiente capitulo que podría ser el mejor momento de nuestras vidas, lo único que permanecía en mi mente eras tú.

Así que con esto, a pesar de saber que probablemente este lastimando una parte de tu orgullo ya que querrías hacerlo tu primero –probablemente-, quiero con estas palabras pedirte algo muy importante para mí.

¿Le permitirías a este pobre escritor el ser honrado con la posibilidad de usar tu apellido en los documentos legales? ¿Me permitirías presumir un anillo que sería una muestra mínima de cuanto te amo? ¿Dejarías que pueda decirte cuanto te amo cada día mientras insultamos al cabeza de uva para que deje de molestarnos mientras intento darte mimos por las tardes?

Min YoonGi, ¿te casarías conmigo?

(♡)

Esas palabras fueron las que utilice para llegar hasta este precioso pero desesperante lento momento.

Cabe resaltar que YoonGi se apareció en medio de la reunión en la que estaba, llorando y diciéndome entre balbuceos que él debía pedirme matrimonio a mí y no al revés para luego decirme que aceptaba, sin dejar de llorar en ningún momento.

Recuerdo aquello y mi corazón se acelera de inmediato.

—¿Qué hubieras hecho si YoonGi te hubiese dicho que no? —pregunta JaeBeom mirándome desde el reflejo del espejo mientras permitía que SeokJin sin querer cosiera la corona de flores a su saco por andar de distraído.

—Probablemente me hubiera matado o algo parecido —respondo casual a lo que el chico me mira con terror.

—En lo personal, creo que no había posibilidad de que YoonGi dijera que no.

Antes de poder coincidir con SeokJin, el sonido de una puerta siendo abierta tras de mí nos  hace voltear. Dejo el libro a un lado, colocándolo sobre la mesa donde el espejo reposaba para  luego girarme y mirar al castaño que conocí como el amigo de SeokJin, quien se había aparecido recién en el marco de la puerta.

—¿HoSeok? —me pregunta directamente y asiento—. Genial, los chicos me pidieron que te avisara que ya es hora.

Mi sonrisa se amplía aún más, finalmente es hora y no sé si tengo cientos de mariposas volando desenfrenadamente por mi estómago o si ya por fin voy a vomitar. Me miro una última vez para asegurarme de mi buen aspecto antes de levantarme del asiento, en simultaneó SeokJin se escabulle detrás de  mí para colocar la corona ya arreglada y separada del saco sobre mi cabello. El coloca su mano sobre mi hombro con suavidad a la vez que me mira por el espejo con una sonrisa casi tan grande como la mía.

Los tres salimos en sincronía y nos dirigimos con emoción camuflada hasta la salida al patio principal, la gran puerta frente a nosotros está cerrada, a la espera de ser anunciada mi entrada para permitir el paso al bello exterior que fue arreglado por la mañana; un precioso patio donde me estaría esperando YoonGi en el altar.

Los nervios se apoderan de mí mientras que el retumbar de los latidos de mi corazón sobrepone de las voces de muchos muchachos a mi espalda que me dictan palabras de apoyo y algunas felicidades adelantadas.

El mejor momento de nuestras vidas; el momento donde estamos nerviosos, ansiosos, eufóricos…

Las puertas se abren frente a nosotros, dejando ver a varias personas quienes voltean a vernos, muchos sonreían y otros estaban al borde del llanto, la música comienza y mi vista se posa en la plataforma de madera al fondo del lugar sitio donde YoonGi me espera con una sonrisa amplia, luciendo un hermoso traje blanco y escondiendo sus manos detrás de su espalda.

Estaba tentado a mandar al carajo todas las prácticas de este momento para sencillamente correr hasta él y lanzarme a sus brazos con euforia, pero logro resistirme a tal pensamiento y en su lugar caminé lento hacia el lugar en cada una de las arduas prácticas para la bosa perfecta.

Pero no importaba que hiciera, mientras fuera YoonGi quien me esperara al final de la tela blanca para mi seria la boda perfecta.

—Tú, Min YoonGi, ¿aceptas a Jung HoSeok como tu legitimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y la enfermedad; en las buenas y en las ma-?

—Acepto.

Las personas presentes reímos ante la cómica impaciencia del mencionado quien bajo su rojizo rostro con vergüenza.

Lindo como siempre.

—Y tú, Jung HoSeok…

Mi mente se pierde en los orbes oscuros frente a mí, los cuales me miran con amor, sinceridad  y una indescriptible pureza, me mira de una manera que nadie más podría nunca jamás hacerlo. Una leve capa de agua cubre los ojos de YoonGi, el aguanta con una sonrisa las gotas de agua salada que buscan escapar cuanto antes.

Cuando la pregunta finalmente llega a su final y sin siquiera pensar respondo:

—Acepto.

El hombre a nuestros costados sonríe al vernos antes de dictar la última y tan conocida frase.

—Puedes besar al novio.

En cuanto las palabras terminan de ser pronunciadas ambos nos acercamos al uno al otro con una sincronía perfecta que superaba por mucho a todos los ensayos anteriores, su mano se posó en mi nuca y las mías en su cuello; nuestros labios se unieron frente a todos cual rompecabezas como una pequeña muestra de nuestro amor.

—Te amo mucho, HoSeok… mucho —dice él en cuanto nos separamos, su voz sonando quebrada, finalmente permitiendo que las lágrimas que tanto estuvo reteniendo salieran para ser secadas por mí con sumo cariño que parecía aumentar cada día sin falta.

Sonrió cuando él lo hace una vez más bajo las exclamaciones alegres del festejo que había pasado a un segundo plato desde que nos sumergimos en nuestra propia burbuja.

Hoy es el momento más hermoso de nuestras visas.

Aunque quizás pueda convertirse en solo uno de los tantos que viviremos juntos.


¡Muchas gracias por leer hasta el final!

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